¿Recuerdas qué te emocionaba de la Navidad cuando eras pequeño? Quizás te hacían ilusión los regalos, las luces y los festejos. Pero seguramente también vienen a tu mente esos momentos especiales: las risas con los primos, los abrazos cálidos de los abuelos o simplemente disfrutar de estar juntos en familia.
Para quienes han tenido la suerte de vivir esta experiencia junto a sus seres queridos, la verdadera magia de la Navidad está en esos pequeños instantes de conexión y cariño. En compartir, agradecer y crear recuerdos con quienes más queremos.
Por eso, la Navidad puede ser un buen momento para reflexionar sobre qué queremos transmitirles a nuestros hijos, no solo en estas fechas, sino para toda la vida. Al final, los valores van a ser como una brújula que los guiará en el futuro.
¿Qué tal si aprovechamos esta época para reforzar los valores que más nos importan?
¿Cómo? 1) Identificando y 2) actuando en consonancia con los valores que queremos inculcar en nuestros hijos.
Para ello, te puedes preguntar:
- ¿Qué quiero transmitirles a mis hijos?
- ¿Qué tipo de personas quiero ayudarles a ser?
Incluso puedes hacerles partícipes, preguntándoles cómo les gustaría recordar estas fiestas dentro de unos años.
¿Qué valores resuenan contigo y tu familia?
¿Conexión? ¿Gratitud? ¿Creatividad? ¿Compasión? ¿Generosidad? ¿Empatía? ¿Espiritualidad? ¿Humor? ¿Humildad?
Una vez identificado aquello que más te importa, puedes concretarlo en acciones que vayan en esa dirección. Aquí tienes algunas ideas según distintos valores que quieras fomentar:
- Conexión: desconectarse de las pantallas para hacer actividades juntos (como poner el árbol, cocinar un plato típico en familia, cine navideño en casa…) o pedir a los abuelos o tíos que cuenten anécdotas divertidas o emotivas de su infancia.
- Gratitud: crear un calendario de adviento con cosas por las que estén agradecidos o animar a escribir cartas o diarios de gratitud.
- Generosidad y solidaridad: invitar a tus hijos a seleccionar juguetes o ropa que ya no usen para donar, o colaborar con alimentos para quienes lo necesiten.
- Creatividad: animar a crear algo juntos con manualidades, regalos personalizados, decorar galletas o inventar canciones o cuentos navideños.
Al final, el mejor regalo que podemos darle a nuestros niños no está en la cantidad de actividades ni cosas materiales, sino en el tiempo de calidad, las experiencias compartidas y los valores que les transmitimos. Esos son los regalos que realmente perduran.
¡Felices Fiestas!
Mª Gabriela Palma
Psicóloga Sanitaria M-40285